Se le asigna el número nueve entre todos los arcanos y su significado está relacionado con la profundidad del consultante. Es una señal que la persona es introspectiva, reflexiva, autocrítica y mesurada. Cuando sale al derecho, nos habla de la mente por sobre todas las facultades del existir. Es la mente la que regula al espíritu y al corazón. Se toman decisiones basadas en el buen criterio y en el respeto a los demás. No obstante, al salir invertida, denota una falta de conexión con uno mismo. Es una persona influenciable, a la cual es muy fácil manipular debido a su falta de arraigo hacia sí misma y hacia el entorno que la acompaña.
Esta carta nos aconseja retirarnos del camino que hemos emprendido. Nos pide que nos conectemos con nuestro propio interior y que nos redescubramos como personas. La idea que la persona tiene de sí misma no es la correcta. La vida ha transcurrido y las circunstancias han moldeado la realidad del consultante. Es hora de volver a encontrarse y de definirse como ser humano.
Si bien la carta de El Ermitaño implica soledad y aislamiento, esto no es algo negativo ni contraproducente. Significa la necesidad de aislarse para volver renovado, con el aire cambiado y con una nueva concepción de nosotros mismos. El resultado final será una reinvención de la persona para enfrentarse a la vida desde una perspectiva novedosa. La espiritualidad cobra fuerte importancia y esto se mantendrá más allá de esta etapa coyuntural en la vida del consultante.
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